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No sé si soy yo o si todas las madres primerizas padecemos del mismo mal, pero si hay algo que me caracteriza ahora que soy mamá, es la preguntadera. A mamá que veo, a mamá que comienzo a interrogar (claro, siempre saludo primero y expongo mi mejor sonrisa):
¿Ya gatea?
¿A qué edad se sentó?
¿Te duerme corrido toda la noche?
¿Cómo le ha ido con la fruta?
...Y de pregunta en pregunta, logro entablar una breve conversación que me permite, más allá de socializar, ver si Manuela está acorde a su edad con relación a los demás bebés.
El caso es que hace un par de semanas, mientras estuvimos de viaje con mi familia, estaba entrando a un avión y en una de las primeras filas estaba sentada una señora con su bebé en brazos; como de costumbre, hice contacto visual y le sonreí. No pensaba hacer más nada puesto que detrás de mi, tenía una larga fila de gente esperando para sentarse en su silla, cuando de repente vi que la niña aplaudía sin cesar. Así, sin más, dejé a un lado el hecho de que unas 70 personas esperaban por mi y le pregunté:
-¿Cúantos meses tiene?
- Ocho
-¡Guao! ¿Y ya hace palmitas?
-Si vale, desde hace ya un mes aprendió y no hace más que aplaudir todo el día.
Sonreí y seguí caminando. Con cada paso que daba, la ansiedad comenzaba a invadirme y pasé las 3 horas de vuelo intentando enseñarle a Manuela a hacer palmitas. Por más animada que fuese la canción o la mímica, Manuela en ningún momento intentó imitarme; me veía y se reía. Además, hice una campaña familiar y los puse a todos a hacer palmitas durante el viaje pero nada...
Al cabo de unos días, aún con el tema de la aplaudida en mi cabeza pero ya con menor intensidad, en pleno mediodía, el calor nos tenía deshidratados y compré una botella de agua para darle a Manu. En vista de que había dejado los teteros, intentamos darle con un pitillo y así sin más, en el primer intento, chupó y tomó agua como toda una experta. Aquello se convirtió en una fiesta colectiva. Todos aplaudíamos (todos menos Manuela) y mi papá, abuelo chocho y por ende nada objetivo dijo "mi amor, ella no hará palmitas pero toma con pitillo mejor que cualquiera".
En ese momento comprendí que sí, las madres siempre queremos que nuestros hijos aprendan cosas nuevas y mientras más rápido sea, mejor, pero la verdad es que cada bebé es diferente y el que no hace palmitas, hace viejita y el que no hace viejita, aprende a tomar con pitillo y así sucesivamente....aquí les dejo la evidencia de aquel día memorable.
Jess no habia visto este post! Pude visualizarte en todas las cosas que describiste... I miss u! Y no te preocupes porque manu no aplaude aun... Ella tiene una sonrisa y personalidad carismatica que POCOS bebes tienen :) .... Diosla a. Las dos!
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