martes, 22 de noviembre de 2011

Buenas Nuevas



Por lo general no paso más de 10 días sin escribir. En este caso, han pasado exactamente 26 días y me siento fatal por haber dejado tantos días de vacío, pero juro que tengo una razón de peso. Como soy de las que disfruta los cuentos desde el principio y con lujo de detalle, voy a contar la versión larga de la historia.

Era un 31 de octubre y me encontraba yo en medio de una mudanza, un local en proceso de remodelación, la preselección de un inventario de algo más de 500 artículos y una bebé de 10 meses con un gateo tan veloz que se necesitan 4 ojos y 8 piernas para poder seguirle el ritmo, cuando Juan, llevado por su intuición y por el repentino ensanchamiento de mis caderas, decidió acercarse a la farmacia a comprar una prueba de embarazo.

Yo estaba 100 % segura de que su insistencia en el tema era producto de sus enormes ganas de volver a ser papá y accedí a hacerme la prueba para poder al final decirle "¿viste que yo tenía razón?". Cuando llegó a la casa ("clearblue" en mano) fue él quien se encargó de destaparla, leer las instrucciones y guiarme en el proceso; Mientras, yo recogía la mesa con una sonrisita congelada impregnada de exceptisismo. Pasaron 3 minutos y èl permanecía inmóvil esperando el resultado. Se me ocurrió acercarme y lanzar mi "entonces, estoy embarazada o qué?" (con el tonito sarcástico correspondiente) a lo que Juan no contestó, simplemente me mostró el palito plástico que decía "embarazada + 3".

Está claro que JAMÁS esperé que ese fuera el resultado pero ahí estaba, más claro que el agua y ahora yo me encontraba embarazadísima de nuevo. Caminé en cámara lenta y me senté en el sofá de la sala sin quitarle la vista al resultado. Una montaña rusa de emociones y pensamientos que no me permitían comprender que estaba sintiendo en realidad, me tenían absolutamente invadida.

Me tomó 2 días asimilarlo pero ya al día de hoy estoy feliz, ha sido la sorpresa màs bonita de mi vida. Ahora pienso que "Barriguita" (como cariñosamente le puso su papà) vino a enseñarme que lo insperado siempre es emocionante, que no necesariamente se necesita tener todo rígidamente planificado y que lo que surge de forma espontànea, tiene mucho mucho encanto.

1 comentario:

  1. Vaya!!! qué sorpresa!!! me he quedado congelada al leer esta entrada!!! Enhorabuena!!! Y bueno! qué decirte! el pequeño Elías fue fruto de esas noticias inesperadas y emocionantes que comentas, y sin duda, es lo más maravilloso, si Arturo fue felicidad, Elías es multiplicado todo por dos y eso hoy en día es un regalo de la vida, nunca mejor dicho. Comparto la alegría y espero verte por la regadera para darte un abrazo!

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